lunes, 18 de enero de 2010

DEICIDE EN SUPER ROCK - Viernes 15 de Enero 2010


Un viernes en donde el calor en la Capital era sofocante se prestaba auspicioso para olvidar aquel mal último show que presencié en Febrero de 2006, en donde hubo desde Marshalls que fallaron hasta un audio pésimo. Me bajo del subte "A", camino por Maipú esperanzado de que con el timonazo que pegaron con sus dos últimos discos en estudios la cosa se haya trasladado a la par en vivo. Lo primero que me sorprendió al aproximarme a Super Rock es la poca gente que había en las adyacencias del mismo. Entré y ya estaba tocando MatanS.A., una banda que hace old school death metal y gozó de un sonido muy digno que hizo distinguible su propuesta.

Al rato le siguió Serpentor y Houston... tenemos un problema. El audio era incomprensible, redoblante con sonido a tacho, violas indistinguibles, estaba interesado en ver a esta banda pero no puedo emitir juicio porque realmente sufrieron de un sonido horrendo. Al final la emoción me embargó cuando cerraron con el cover de Slayer "Raining Blood", al punto que salí disparado al DURISIMO pogo que se armó, tan bravo que me comí no sé si un codazo o un golpe en el costado del tabique derecho y de pedo no me lo rompí. A partir de ahí opté por retirarme de la zona de combate y ver el show atrás, en donde había mucho espacio disponible ya que apenas un poco más de 300 personas estaban en el local.

Respecto al lugar: sumamente incómodo, en un subsuelo, muy chico, caluroso, en los noventas era un boliche y definitivamente no es un recinto para shows de rock.

Cuando a eso de las 21:20 ya los cuatro músicos de DEICIDE terminaban tras el telón de calibrar todo, y Glen Benton asomaba su cabeza mirando de sorpresa, seguía con una expectativa alta. "Deicide", el primer tema me la tiró al tacho: bautizarlo como "bola de ruido" es muy generoso, la misma suerte corrió el viejo clásico "Dead By Dawn" y ya me dí cuenta de que los serios problemas de sonido no tendrían arreglo en toda la noche, al punto de que lel sonido que tuvieron los mencionados MatanS.A. parecían una filarmónica al lado de este despiplume.


A saber, la voz de Glen Benton y la poderosísima batería de Steve Asheim estaban totalmente por encima de las guitarras de Jack Owen y Kevin Quirion, las cuales casi había que adivinar (¡Creer o reventar!), se escuchaba una bola baja lindando a un hilo distorsionado cualunque.

Y de Guatemala las cosas fueron a Guatepeor. Un grupo de imbéciles desde el vamos se dedico a "salivar" a Glen Benton. La cosa fue "In Crescendo" hasta que con toda la razón del mundo el líder de la banda promediando el quinto tema paró el show y en inglés mando a tomar por culo a quienes lo escupían y dijo que si seguía la cosa como venía el se iba y el show terminaba.

Quienes conocemos a Glen Benton de reportajes y por su historia sabemos que es un tipo de muy pocas pulgas, irritable, e impredecible. Por un momento temí lo peor, en criollo, que se pudriera todo. Suspensión, la gente reventando el lugar, bardo, etc... pero Benton siguió... con una de las caras de culo más elocuentes que vi en mi vida. Los cinco temas que le siguieron el tipo se limitó a guturar, le latían las venas de la jeta, y la banda si venía apática se contagió de esta situación poniéndose en modo "piloto automático" hasta finalizar el show en una hora diez aproximadamente.

Entre el barullo que emanaba el sistema de "Super Rock" distinguí versiones para el olvido de "Once Upon The Cross", "They Are The Children Of The Underworld", "Scars Of The Crucifix", y los más nuevitos "Homage For Satan" y "Death To Jesus". Siquiera los intensos "Kill The Christian" y "Sacrificial Suicide" me sacaron la sensación de tristeza y amargura de haber visto una de las bandas de más fuste en el death metal en un nivel tan bajo, con la cabeza en otro lugar y sin un ápice de actitud escénica.

Por supuesto, ciertos "fans" que acuden a estos eventos salieron enardecidos comentando que "fue mejor que en 2006", "Una masa la banda" y demás loas poco sustentas de contenido. Lo cierto es que el diablo metió la cola de nuevo y mostró que Deicide debe dedicarse más a mantener el muy buen nivel que tienen en sus discos en estudio que a girar en vivo dando espectaculos tan impresentables como el que presencié.

Sin vaselina: el peor show de death metal que presencié en mi vida. Un demonio torpedeado por todos lados que no logró hacer pié en ningún momento de la calurosa noche.

Calificación: 2/10