domingo, 9 de septiembre de 2007

JUDAS PRIEST "Painkiller" (1990, Heavy Metal)


Recuerdo haber escuchado los avances de este álbum en el programa radial “Heavy Rock And Pop”, allá por 1990. Mi grabador me fulminó con dos temas: El que dá nombre al álbum y “Metal Meltdown”. Los conductores del programa (Alejandro Nagy y El ruso Verea) quedaron anonadados como yo y otros cientos de oyentes que estaban sintonizando la radio. Al mes, un amigo me lo copió de cassette a vinilo. En 1991 fue uno de mis primeros CDs adquiridos gracias al tímido surgimiento de disquerías vendedoras de Compactos en aquella época... y gracias a que en ese año ¡¡¡¡Conseguí trabajo!!!. “Painkiller” es el mejor disco de la historia de heavy metal, a mi entender. Una institución como Judas Priest, con discos imprescindibles bajo el brazo como “Hell Bent For Leather”, “British Steel”, “Screaming For Vengeance” y “ Defenders Of The Faith”.

Todo un emblema del metal británico junto a Iron Maiden y Saxon, que venía decaído luego de álbumes aceptables/pasables como “Turbo” y “Ram It Down”. Nadie daba mucho por el nuevo material... y eso ayudo a que la descarga fuera aún más letal. “Painkiller” debe escucharse de una oída. Sigue sonando fresco y vigente al día de la fecha, provoca los mismos efectos devastadores observados luego de su edición. Es un torrente de heavy metal al 100%. Ya en el arte de tapa se presagia un apocalípsis, con sentencia incluída en la contatapa. En este pico alto de rendimiento, mucho tuvo que ver el ingreso de Scott Travis en la batería, y el gran Rob Halford cantando al límite de su garganta y posibilidades. Glen Tipton y K. K. Downing redondearon diez composiciones perfectas, y el coctel fue mortal por donde se lo viera.

Nos tomó a todos desprevenidos... “Painkiller” (el tema) te vuela los tímpanos de entrada con los mazazos de Scott Travis en los primeros 15 segundos. La dupla de guitarras Tipton/Downing escupe solos infernales, y Halford se saca los huevos por la garganta para cantar más agudo de lo que ya hacía. El tema es rápido y furioso, provoca el efecto que surte una trompada en la cara. “ Hell Patrol” es a medio tiempo, con riffs memorables y grandes coros. “All Guns Blazing”, “Leather rebel” y “Metal Meltdown” no decaen en demoler cerebros, mostrando más ferocidad en las performances de los músicos, siguen los falsetes apocalípticos de Rob, Travis ya es una máquina inhumana de taladrar parches.

“Night Rider” tiene algo del Judas más viejo, posee un gran bridge, el tema es semi-acelerado con algunas alteraciones de tempo. “Between The Hammer And The Anvil” y “A Touch Of Evil” se mantienen en esos parámetros, uno siente que no quiere dejar de escuchar el CD ni siquiera para ir al baño. Todos los temas destilan mucha pesadez y tienen un singular gancho, acaso con un ingrediente de adicción inexplicable. La producción de Chris Tsangárides hace que todos los instrumentos se aprecien y lastimen a la vez, hasta el bajo de Ian Hill está poseído por la vorágine interpretativa y se dá a conocer. Esta obra de arte, es cerrada con un himno épico titulado “One Shot At Glory”.

No hay mucho más para destacar. Si no escuchaste “Painkiller”, dificilmente entiendas que es el metal. Sin vueltas. Y si no sabías que era Judas Priest, tenés que empezar con este disco... sumamente esencial... e imprescindible.

Calificación: 10/10

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